La Selección Mexicana llegó al StateFarm Stadium con la certeza de que solo un triunfo los mantendría en la Copa América. A diferencia de los partidos en Houston y Los Ángeles, donde la mayoría de los aficionados eran mexicanos, en Phoenix el apoyo estuvo dividido, con muchas camisetas amarillas de Ecuador en las gradas. Desde el principio, el equipo dirigido por Jaime Lozano dejó claro su objetivo y buscó el resultado desde el primer minuto.
Una de las modificaciones que implementó la Selección Mexicana fue la inclusión de César Huerta en lugar de Uriel Antuna. El jugador de los Pumas aportó dinamismo al ataque, aunque, al igual que el resto del equipo, tuvo dificultades para crear oportunidades claras frente al arco rival. Los primeros 15 minutos estuvieron marcados por numerosas faltas, principalmente del lado mexicano. Además, el equipo ecuatoriano parecía tener la intención de perder el mayor tiempo posible en cada jugada detenida, algo que el árbitro detectó rápidamente.
La primera ocasión de peligro llegó al minuto 19, con un tiro libre de Kendry Páez que casi sorprende a Julio González. El jugador de Independiente del Valle ejecutó el tiro muy cerca de la esquina izquierda y lanzó un remate al primer poste, al que el portero de los Pumas apenas pudo reaccionar.
El encuentro se desarrolló con intensidad y mucha fricción. Los futbolistas mexicanos intentaron mantener una presión alta y buscar el gol que les permitiera seguir con vida en el torneo, pero la defensa ecuatoriana y su estrategia de manejo del tiempo complicaron las aspiraciones del equipo de Lozano.
Con la presión de una posible eliminación, la Selección Mexicana demostró determinación y esfuerzo, pero se enfrentó a un oponente que, además de defenderse bien, aprovechó cualquier oportunidad para ralentizar el juego. El desenlace del partido mantuvo a todos en vilo, con una afición dividida que vivió cada minuto intensamente en el StateFarm Stadium.
Con información de AS
