La reciente película “Fly Me to the Moon” se adentra en un terreno inusual al utilizar la misión Apolo 11 como telón de fondo para un romance clásico, dejando atrás la típica comedia ligera para centrarse en la dinámica entre sus estrellas principales, Scarlett Johansson y Channing Tatum.
Johansson interpreta a Kelly Jones, una especialista en marketing corporativo cuya ambigua campaña para la NASA no deja claro lo que se espera de ella. La trama se complica con la introducción de una subtrama sobre la fabricación de una versión falsa del alunizaje, impulsada por un misterioso agente del Gobierno vinculado a la administración de Nixon, interpretado por Woody Harrelson, quien repite su papel de “Fontaneros de la Casa Blanca”.
Aunque la conspiración y la realidad juegan un papel en la narrativa, el verdadero corazón de la película reside en la química entre Jones y Cole Davis, el director de lanzamientos de la NASA encarnado por Tatum. La atracción entre ambos crea una tensión palpable, obligando a levantar barreras emocionales que complican su relación profesional y personal.
La película se aparta de los convencionalismos al explorar cómo Jones utiliza sus habilidades persuasivas para “vender la Luna” a un público escéptico, manipulando la verdad para cerrar acuerdos. Esta premisa no solo añade un elemento intrigante a la trama, sino que también proporciona un contexto convincente para el desarrollo de los personajes principales.
A pesar de sus ambiciones, “Fly Me to the Moon” enfrenta críticas mixtas. Algunos críticos elogian la química entre Johansson y Tatum, así como la audacia de su premisa, mientras que otros cuestionan la ejecución de la trama secundaria y la falta de profundidad en la exploración de temas más complejos.
Con información de CNN
